Nunca paró de llover. Tampoco el merengue dejó de sonar. Agua, música
y público se acotejaron como pudieron, la madrugada del domingo, en el
área de la piscina del hotel Puerto Plata Vilage, en Playa Dorada.
Fueron
cuatro horas de música con dos protagonistas merengueros de lujo:
Wilfrido Vargas y Fernando Villalona. A ellos se añadió la novel
Steffany Constanza.
Ellos formaron parte de la nueva parada del
“MegaMerengue World Tour”, que desarrolla el Ministerio de Turismo a
través de hoteles, resort y playas dominicanas, con el auspicio de
Telesiste ma. Cobijado en un área VIP, estaba el capitán del hotel
Puerto Plata Village, Chi Selman, anfitrión desde 1989 de este complejo
caracterizado por una arquitectura de estilo colonial y victoriano.
También figuraba en la zona el alcalde puertoplateño, Walter Musa.
En
otra área, otros locales reconocidos. Y con ellos muchos más, entre
turistas dominicanos y extranjeros que fueron testigos de la gran
fiesta.
Steffany Constanza fue la primera en subir. Poco a poco el escenario lo va dominando.
Demasiado atrevimiento para tan poca edad (16 años).
Ella
hace un show corto con temas conocidos: “Yo no soy una loba”, “Cosa de
él”, “Solo contigo”, “Te lo regalo” conforman su repertorio. Los
aplausos dan la aprobación de que hay futuro en ella.
Luego subió a tarima Fernando Villalona. ¿Quién lo diría? El Mayimbe ya permite abrir cualquier evento.
Atrás quedaron esos tiempos en los que exigía cerrar como la gran estrella del show.
Ahora
sigue siendo una estrella, pero la madurez es otra. Desde que entona
“Dominicano hay” provoca con una magia inexplicable con el público que
lo ha seguido desde aquel 1971 en que inscribió en el corazón colectivo
su primera canción: “Me parece que voy a ponerme a llorar”. Ese tema, la
madrugada del domingo, volvió a ser disfrutado por los presentes en el
hotel, con una nueva versión en bolero que le queda de lujo a su
protagonista.
En su show también incluyó los infaltables “Baila en la calle”, “Confundido”, “Cumbia dominicana”, “Te siento” y “Félix Cumbé”.
Su
carisma en el escenario (es “un niño mimado del país”) lo hacen
imprescin dible en una gira como la que ideó el empresario Luis Medrano.
Lo de Wilfrido es una maquinaria sobre el escenario.
Su
orquesta es casi una “big band”. Tema tras tema se siente su fortaleza
rítmica, la pasión que impregna y el contagio que provoca.
“¿Mami,
qué será lo que quiere el negro?”, “La medicina”, “Volveré”, “Jardín de
rosas”... Con cada uno este nativo de Altamira se agiganta.
Enhorabuena
para una ciudad tan acogedora y que espera por menos días grises en su
turismo y resplandezca de nuevo ese sol que una vez brilló en el mundo
como la más hermosa y candente “novia del Atlántico”.
PUNTOS CLAVES
El evento de por sí tenía una significación especial, pues no hay que olvidar el dato histórico que fue Wilfrido el que auspició la orquesta de Los Hijos del Rey, de donde surgió como merenguero Fernando Villalona, en el 1977, y que su primera grabación se hizo con una pista de la orquesta Los Beduinos.
El evento de por sí tenía una significación especial, pues no hay que olvidar el dato histórico que fue Wilfrido el que auspició la orquesta de Los Hijos del Rey, de donde surgió como merenguero Fernando Villalona, en el 1977, y que su primera grabación se hizo con una pista de la orquesta Los Beduinos.
Se pudiera decir que musicalmente, se
juntaron el padre y el hijo. Uno de los tantos que en su trayectoria
surgió de la plataforma de Wilfrido, responsable también de otras
figuras del merengue, como es el caso de Rubby Pérez, Eddy Herrera,
Josie Esteban, Víctor Waill, Vicente Pacheco, Sandy Reyes, Miguelito, y
muchas otras figuras del género. (Apuntes del veterano periodista Joseph
Cáceres, presente en la
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